Intenté olvidarte con otras, pero que dolor; quise verte en otras,
pero ninguna ni a la mitad se acercó.
El humo gris de la ciudad te volvió difusa,
pero aún así, siempre fuiste mi mejor musa.
Sujetaste el mango del martillo y el cincel con los que moldee mis sueños,
construiste magia a base de ilusiones y destellos.
Como no ver tu corazón, si llegaba hasta mis párpados, como no ver tu sonrisa,
si en ella me perdía cada vez que hacías de sumisa.
Te veo al abrir los ojos y en cada ciego, en las noches más oscuras y luego despliego,
ese mar de ilusiones, ese océano de colores,
donde alguna vez entre lágrimas dijiste,... ¡Nunca me abandones!.
Me sentiré feliz, si me fijas tu mirada con pupilas de hechizada,
siempre te vi, siempre te veo, no quiero dejar de verte.
Jc Gómez.